“Se arrodilló sosteniendo el recipiente lleno de agua. Un rayo de sol
circular cayó sobre su rostro y un resplandor apareció en el fondo del líquido.
Miró con asombro, no ya su cara, sino la de un terrible extraño. Tiró el agua y,
de un salto, se puso de pie, riendo excitado. Junto a la poza, su delgado cuerpo
sostenía una máscara que atrajo las miradas de los otros y les asustó. Empezó a
bailar y su risa se convirtió en un gruñido sediento de sangre. Saltó hacia
Bill; la máscara parecía tener vida propia y, tras ella, se escondía Jack,
liberado de la vergüenza de su propia conciencia.”